Recordar Malvinas es bordear una herida que se niega cicatrizar. Sin embargo qué rápido esta herida se trasforma en monumento. Qué rápido avanza el curso de la historia que exiliamos a nuestros soldados a la impoluta categoría de héroes.El general San Martín fue un héroe, el general Manuel Belgrano también lo fue. Y con justicia los vemos retratados en cuadros llenos de altura. Me pregunto si vos también, muchacho de Malvinas, habrás visto en tus días de adolescencia, esos óleos. Me pregunto si alguna vez pensaste que compartirías un lugar junto a aquellos que defendieron la patria,Sin embargo, hoy me niego a inmortalizarlos: todavía marchás en muletas por las estaciones de trenes, todavía repartís estampitas nacionales que rezan al Recuerdo que se acuerde de tu dolor.Quiero recordarte en toda tu humanidad, en todo tu sacrificio. Porque sé que mientras te sienta como un hermano mayor, como un hijo, como un compañero, como un posible amigo; en definitiva, mientras te sienta cerca, tu dolor será nuestro dolor, tu reclamo será el nuestro.
Quizá el mejor homenaje que podemos hacerles es tratar de reconstruir entre todos esa identidad argentina que ellos abrazaron incluso en el siempre triste marco de la guerra, esa identidad argentina cada día más desdibujada por intereses individuales y perdida entre un clima de constante alerta y desconfianza entre hermanos. Entonces, cada gesto cordial, cada tentativa por escuchar al otro, cada acto de tolerancia, es una humilde victoria que los honra...
Que el camino que nuestros soldados iniciaron con la espada, nosotros lo completemos con la inteligencia de la pluma y la palabra.
profe Angel
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